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sin poder herirlo. Es uno de nuestros mamíferos invernantes, aun cuando se le tenga resguardado en las casas, como lo he visto en la mía; bien que, en este caso, no llega el letargo á entorpecerle de un modo tan profundo que se abstenga de comer y andar, como de ordinario lo hace en el campo cuando está aterido.

Algunos declaran útil al Erizo en las huertas y jardines, y hasta en las casas para limpiarlas de ratones, insectos, caracoles, orugas y otras plagas semejantes; y no negando que puedan prestar y presten tales servicios, es también cierto que les gustan y devastan las frutas y algunas hortalizas.

Entra en celo el Erizo al comenzar la primavera, y hacia fines de Mayo ya suelen encontrarse crías, que al nacer tienen los ojos y orejas cerrados, y los pelos setosos y cortos que cubren la piel se endurecen pronto, convirtiéndose en espinas agudas.

Algunos, sobre todo en las Baleares, cazan y comen Erizos; pero, según he oído, no es gran alimento. Se utiliza su piel como cardas, y sus púas las aprovechan los naturalistas en vez de alfileres, por no ser oxidables como éstos, en las preparaciones que se conservan en líquidos; pero en las que se tienen en seco no son útiles, pues, como substancia orgánica, las atacan los mismos insectos, por ejemplo los Antrenus, que á los objetos preparados, según lo he visto repetidas veces.

Entre nuestros autores han hablado del Erizo:

Huerta, libro VIII, fol. 260, vuelto, donde describe las formas y costumbres, y aseméjale al cerdo. Vélez, p. 102, dice se encuentran dos géneros, el uno parecido al Perro y el otro al Puerco; y al hablar de sus costumbres refiere la fábula de que sube á los árboles, tira al suelo las frutas y, bajándose después, se revuelca sobre ellas para que se claven en las púas, y, una vez cargado, echa á andar hacia su madriguera, haciendo una música como sonido de carreta de bueyes hasta llegar á ella. Diego Funes y Mendoza, p. 376, escribe de parecido modo. Alonso Martínez de Espinar, p. 323, al tratar del Herizo (así lo escribe), cuenta costumbres semejantes á lo que refieren los anteriores autores. Ioan de Arphe, en el fol. 9, vuelto, dibuja al Erizo, dice que se asemeja en el porte al Lechón y que no tiene espinas en la cara, ni en las manos y barriga, siendo los pies hendidos y cortos, lo cual todo es cierto. Asso, p. 57, sólo dice: «Cum in globum se contrahit, aqua

madefactus excitatur ad motum. Habitat Epila circa Oscam. » Ramis lo cita en Menorca. Seoane dice que es muy común en Galicia; y Machado, haciendo constar su existencia en Andalucía, nos refiere «que en la época del celo se asemeja á los Bueyes bramando, circunstancia no citada por ningún naturalista, pero muy conocida de los hombres del campo en Andalucía, y que á él mismo ha servido para coger varias veces á dichos animales en el mes de Agosto, en noches de luna, guiado por sus bramidos» (1).

También Martínez y Reguera, p. 35, reseña y hace constar la existencia del Erizo en Sierra Morena; y Rosenhauer, Die Thiere Andalusiens nach dem Resultate einer Reise, etc., p. 2, confirma la existencia del Erizo en Andalucía.

Ordo X.-Glires. (Linn., Syst. Nat., t. I, p. 76.)

Artus quator; ungues digitorum apices tantum obtegentes; duplex dentium qualitas; incisivi infra supraque duo, elongati, acutati, incrementi indeterminati, superioribus interdum duo minores à tergo additi; laniarii nulli sed eorum loco diastema; molares ad summum 24, abrupti, tritores, aut obducti aut complicati aut lamellosi, incrementi determinati aut indeterminati; mandibulis horizontaliter promotis rasores; pedes exerti aut distincti aut dermopteri (police distincto et digitis scelidum coadunatis nullis); ungues falculares, nonnullis ungulæfores. Mamma apertæ, numero situque variæ. Placenta discoidea. Synonimia. Rodentes.-V. d'Azyr, Syst. anat., 1792.

Rosores.--Storr., Prodr. meth. anim., 1780.

Rongeurs. - Cuvier, Tabl. élément. d'Hist. Nat., pá-
gina 128, 1795.

Prensiculantia.-Illig., Prodr. Syst. M. et Av., 1811.
Rodentia.-Hamilton Smit, Griff. Auking, 1827.

Como las Pécoras y Queirópteros, los Glires constituyen un gru

(1) Sabido es de todos que durante la época del celo se llaman los machos y hembras, no sólo de los mamíferos, sino de muchos otros animales, y que hay algunos que entonan verdaderas serenatas. Nada, pues, tiene de inverosímil que el Erizo llame también á su modo á la hembra; pero que esto sea, ¡con bramidos como los Toros encelados! (supongo querrá de. cir así mi colega Machado, porque los Bueyes no tienen celo), sólo como andaluzada puede concederse para los pobres erizos.

po natural de los más compactos por la constancia de sus caracteres fundamentales, á pesar de las variadas formas que los asimilan á mamíferos de otros órdenes.

Vemos con frecuencia realizarse en los órganos de los animales importantes cambios que les son necesarios para satisfacer necesidades del género de vida que tienen. Y si tales metamorfosis, por parecidas razones, hasta en el individualismo específico acontecen durante el período de su propia evolución, ¿qué de extraño tiene las veamos realizarse en especies de un orden dado sujetas á vivir en condiciones iguales á las de otro diferente? Los hechos nos lo demuestran del modo más patente. La Naturaleza ha impreso en los mamíferos acuáticos las formas de los peces, y ha dado las de aves á los que, como los Murciélagos, tienen que buscar su alimento en la atmósfera volando. La necesidad de andar brincando como los Saltamontes hace que los Dipus se parezcan á los Macroscelis, y los Rhizomys á los Topos, porque ambos son minadores; los unos para buscar bajo del suelo las raíces de que se alimentan, y los otros los insectos que comen: la vida acuática de la Ondatra y de la Myogalea nos da la razón del parecido que tienen en su conformación, á propósito para el nado. ¿Por qué llama Musaraña el vulgo al Sorex araneus de Linneo? Por semejarse al ratón, con el cual lo confundieron hasta célebres naturalistas de la antigüedad, tales como Plinio, Gesner, Aldrovando, Jonston, Charlet, Rai, Klein y varios otros. Por sus tegumentos espinosos ¿no tienen también semblanza los Ericinos con los Histricídeos? Y, extremando las comparaciones morfológicas por lo más alto y bajo, ¿no tienen los Glires su representante entre los Primates? ¿Qué es el Cheiromys sino un roedor con manos que se relaciona con los Sciurinos de este último orden? Y, sin examinarlos detenidamente, no pueden confundirse á primera vista los Monodelphos, Pteromys y Sciopopterus, con los Didelphos ó Marsupiales, Petaurus y Belideus?

Demostrados los parecidos morfológicos que hay entre los Glires y otros mamíferos, sin resultar perturbada por ello su peculiar unidad metódica, paso á exponer otras anomalías que también nos ofrecen estos animales, y que, sin dejar de tener importancia anatómica, tampoco deshacen la hermandad que existe para los géneros de dicho orden.

Entre los mamíferos Monodel fos, los Glires ó Lirones son de

los más fecundos. He visto cinco fetos en cada rama de la matriz de un Arvicola amphibius, llamada rosario por nuestros camperos, á causa de estar enristrados los fetos como cuentas, además de llevar los ovarios cargados de numerosos huevecillos maduros. Verdad es que no se quedan atrás los Suideos; pero hay una diferencia grande, pues las hembras de éstos paren sazonados sus hijos, y nacen casi abortivos los de los Lirones, asemejándose en esto á los Didelphos ó Marsupiales.

En efecto, los ratones, los conejos, las ardillas, casi todos los roedores, al nacer, salen, como dice el vulgo, en cueros ó en carnes, sin pelos ni señales de ellos, con los ojos tan cerrados que apenas se divisan las comisuras de los párpados, y muy poco desarrolladas las orejas, patas y rabos, rebulléndose como crisálidas Ꭹ sin espontaneidad determinada. En esto también se observan anomalías inexplicables, pues en el mismo género Lepus, al revés de lo que sucede en el Cuniculus, vemos los fetos del L. timidus meridionalis con pelo ya dentro del vientre de su madre, y hasta con la coloración específica, como lo está la de un feto monstruoso que poseo en mi colección embriogénica: y no es ésta la sola excepción de la regla general que sobre el desarrollo intrauterino de los Lirones se señala, puesto que los Cobayas ó conejillos de Indias, cuando nacen ya andan y roen, lo cual se explica por la mayor duración de la preñez en ellos, que da lugar á que su organismo adquiera mayor perfección en el claustro materno.

No paran en lo dicho las irregularidades que observamos en un orden tan natural como es el de los Glires, cuyos esenciales caracteres, á pesar de todo, no resultan desvirtuados. Refiérome ahora á la variabilidad del número y localización de las tetas, que sólo tienen dos, como los Primates y Murciélagos, los Conejillos de Indias; pero, en vez de ser pectorales, son inguinales. En los primeros corresponde dicho corto número al de hijos que suelen tener en cada parto, al paso que en los segundos no hay paridad númerica entre las tetas y el número de hijuelos que dan á luz en cada alumbramiento. Tiene seis pares de tetas el Mus decumanus; cinco las Liebres y las Marmotas; tres el Lirón y dos el Castor, el Helamys y el Gerboa.

les

Por lo que á la colocación toca, vemos un par de tetas pectoray las demás abdominales en los roedores que tienen de cinco pa

res arriba; el Capromys presenta dos mamas detrás del sobaco y otras dos delante de los muslos; hay roedores que tienen las tetas en los costados, y en el Coypu y Myopotamo están las glándulas mamarias á muy corta distancia del espinazo, por cuya razón Wesmaël le impuso el nombre de Mastonotus, de paotós, mamma, y vútoc, dorso. ¿Qué razón puede tener colocación tan contraria á la general que se observa en los demás mamíferos? ¿No parece lógico atribuirla á la necesidad que tienen de poder mamar los hijuelos que de continuo llevan á cuestas, nadando á flor de agua, cosa imposible de hacerlo si estuvieran las tetas en el vientre, como ordinariamente acontece?

Aun podría aducir más particularidades que se notan en el Orden de los Glires, que, siendo comunes con otros diversos mamíferos, en vez de destruir la gran armonía de aquéllos, sirven para demostrar las afinidades morfológicas que en una clasificación metódica tienen los tipos que se enlazan en un mapa zoográfico, ajustado á los principios establecidos por Linneo en su Filosofía Botȧnica, cual es el que yo he presentado.

Es el Orden de los Lirones uno de los más numerosos en Géneros y especies, y el heteromorfismo que observamos en tales mamíferos, por las causas que dejo expresadas, nos explica la razón de ello. Linneo, al hacerse cargo de análogas circunstancias, al estudiar el Orden de los Pájaros (Passeres) en las Aves, decía que éstos eran Analogi Glires, y, aceptando la comparación, voy á demostrar que tal concepto es admisible desde cualquier punto de vista que se estudie el asunto, ya sea del polimorfismo, ya sea sobre las costumbres referentes al socialismo, á la alimentación, á la reproducción, á las emigraciones, á la instalación y moradas, y á todos los actos de la vida, en una palabra; pues para todo, entre Passeres y Glires, se hallan procedimientos parecidos, no faltando ratones que hasta hacen nidos semejantes á los de los Parus, ni pájaros que anidan debajo de las piedras ó en agujeros, como los ratones de campo.

Dejando á un lado tales consideraciones comparativas, que no están de más sin embargo, y entrando en otras ya de carácter taxonómico, diré que existe entre los zoógrafos bastante discordancia para ordenar los grupos genéricos de los Lirones.

No estableció Linneo agrupaciones intermedias en los órdenes, sino que serialmente expuso los géneros Hystrix, Lepus, Castor,

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