Page images
PDF
EPUB

PREAMBULO

Hace más de cuarenta y seis años, con motivo de haber sido nombrado individuo de la Comisión del Mapa Geológico de España, que en su origen se llamó con más propiedad de Naturalistas encargados de describir la Gea, Flora y Fauna de nuestra nación, di principio á esta última tarea, que era la que me había sido encomendada; y, en los nueve años que duró tal cometido, la Sección que presidí publicó hasta seis Memorias referentes á los estudios que verificábamos, y en las que se puso de manifiesto estaban ya acopiados suma no pequeña de materiales y datos para poder dar comienzo á la redacción de la obra definitiva que debía presentarse al Gobierno.

La reforma de la Comisión citada, refundida en la Junta general de Estadística, suprimió cuatro de las cinco Secciones que la componían, é hizo cesaran en sus fructíferas tareas otros tantos individuos de nuestra Real Academia de Ciencias, que el Gobierno había elegido, como proce día, para dirigirlas: tres de ellos pertenecientes cabalmente á la Sección tercera, que, como es sabido, representa en dicha Corporación el saber completo de lo que se llama Historia Natural.

La retirada á los lares académicos de los Sres. Amar de la Torre, Cutanda, Subercase y mía ocurrió precisamente cuando yo tenía redactada la Fauna Mastodológica Ibérica, y el libro tan adelantado, que casi podía empezar á imprimirse.

Deploré, como era natural, la contrariedad ocurrida, y no menos la deploró nuestro ilustrado consocio D. Vicente Vázquez Queipo, que, como Presidente que había sido de la disuelta Comisión de Naturalistas, estaba

bien enterado del estado en que se encontraban las tareas, por haberlas, sobre todo las mías, revisado varias veces, y me aconsejó con repetición no desistiera de darlas á luz, por el interés que, en su opinión, tenía materia tan útil y poco conocida como era la Historia Natural de los Mamíferos de España.

Privado de medios para poder hacerlo, pues se había también suprimido la subvención que las Secciones tenían pará atender á los gastos de sus publicaciones, hube de manifestar á mi buen amigo me era imposible el sacrificio pecuniario que exigía la publicación de un libro ilustrado con costosos dibujos, y cuya venta en nuestro país sería reducidísima, como lo son también los hombres que tales obras necesitan.

Contra mis observaciones, al señor Vázquez Queipo le ocurrieron otras que me hicieron meditar mucho el asunto; pero así pasaron los años, hasta que se añadieron nuevas instancias por parte de nuestro respetable consocio, quien sostenía era deber ineludible en los individuos Académicos de la extinguida Comisión de Naturalistas que aun vivíamos, el dar al público nuestros trabajos, para demostrar que no habíamos perdido el tiempo al recorrer las provincias de España á costa del Estado. Tal razonamiento cambió mi propósito, y, para ponerme á cubierto de la acusación injusta que, según Vázquez Queipo, pudiera algún malévolo hacerme, resolví consultar la autorizada opinión de nuestra Sección tercera, sometiendo á su examen aquel escrito mío, destinado á llenar el vacío que se nota en la Historia Natural de nuestros Mamíferos, pues si bien algunos autores, muy pocos y de un modo incompleto, han procurado acopiar materiales que han sido publicados en catálogos y listas de nombres, no siempre bien elegidos, zoográficamente poco ó casi nada formal se ha hecho en estos últimos tiempos.

Siempre benévola y considerada conmigo la Sección referida, y acorde con la opinión de D. Vicente Vázquez Queipo, resolvió se propusiera á la Academia la publicación de la Fauna Mastodológica Ibérica en uno de los tomos de sus Memorias: lo cual fué aprobado por unanimidad en la sesión del día 26 de Enero de 1887.

Para que tal acuerdo pudiera tener cabal cumplimiento, creí necesario revisar las cuartillas que treinta y seis años antes había escrito; y como, durante tan largo espacio de tiempo, la pasión por mis favoritos estudios no

había dejado de estimularme, ni habían cesado tampoco mis indagaciones para adquirir cada vez más noticias y datos, pronto advertí que el caudal acopiado se desbordaba por todas partes, y que mi primer escrito resultaba incompleto. Decidí, pues, adicionarlo para satisfacer cumplidamente todas las necesidades científicas de nuestra enseñanza zoológica; y el libro así preparado creció grandemente, como es fácil comprender con solo indicar en este Preámbulo lo que fué el trabajo primitivo y lo que ahora se añade.

PARTE PRIMERA.-Bibliografía.

En esta parte, que primordialmente había omitido, cito las obras mastodológicas que he consultado y el oportuno uso que he hecho de ellas, sobre todo de algunas españolas, escritas por nuestros naturalistas de siglos pasados, principalmente de los XV y XVI, cuyas descripciones y relatos resultan ser tan cabales como los mejores de los más célebres sabios contemporáneos.

Poco comunes en las bibliotecas libros semejantes, su conocimiento es difícil, y más la adquisición, que me ha costado, durante muchos años, la ímproba tarea de reconocer las parvas de libracos que entre muebles y trastos viejos se veían extendidas en los puestos de las célebres y antiguas ferias madrileñas. Rebuscando en ellas, según dice el adagio, agujas en pajar, á fuerza de paciencia y constancia, pude satisfacer en parte mi ambición bibliófila, de un modo que hoy sería imposible, pues desaparecidos los restos de las antiguas bibliotecas de los extinguidos conventos, el filón de tales curiosidades impresas se ha agotado, contribuyendo á ello de un modo eficaz los libreros acaparadores de viejas librerías de casas solariegas, que, como en las de las Órdenes religiosas, era antes donde en España se atesoraban las riquezas bibliográficas. Tal raza de especuladores, más conocedora hoy que antaño del valor de nuestras publicaciones antiguas, las van dando pasaporte para el extranjero, 6 exigen por ellas exorbitante precio, y aquello mismo que podía encontrarse en los tenderetes esparcidos durante las ferias por todas las calles de Madrid, es hoy día preciso pedirlo á Berlín, á Viena, Londres ó á París, y pagar caro

el gusto de saborear tales preciosidades científicas, ó renunciar á ello por completo, como me habría sucedido, si, para proseguir mis tareas, no hubiese venido en mi auxilio el concurso de nuestra Academia.

PARTE SEGUNDA-Glosario de términos zoográficos usados

por los naturalistas en la descripción de los mamíferos.

Tampoco este estudio, tan necesario para comprender el significado de los términos que emplean los zoógrafos en sus descripciones técnicas, lo había comprendido en mi primer escrito; pero hoy, cuando el lamentable olvido de las lenguas griega y latina va siendo, desgraciadamente, tan general entre nuestros alumnos, he creído prestarles no pequeño auxilio, encabezando con dicho glosario mi Synopsis Mammalium Iberia.

Sin verse obligado por razones de tanto peso, Illiguer tuvo la feliz idea de incluirlo en su Prodromus systematis Mammalium et Avium, bajo el título de Conspectus terminorum zoographicorum, dedicado á los alemanes, y otro tanto hizo Domingos Vandelli, para los portugueses, en su Diccionario dos termos téchnicos de Historia natural extraidos das obras de Linneo, á cuya clara fuente también yo he acudido, pues muchas de las voces técnicas no se encuentran definidas en los Vocabularios vulgares, donde, si acaso, sólo se hallan las raíces que las constituyen.

PARTE TERCERA.-Taxología ó Taxonomia.

He incluído en este artículo, también nuevo, el crecido número de clasificaciones que para los animales mamíferos se han ideado desde que apareció la de Linneo, allá á mediados del siglo pasado, en su célebre Systema naturæ, hasta las más modernas de los autores de nuestros días.

Los estudios filosóficos, tan necesarios para comprender la importancia y aplicaciones de las ciencias, apenas se difunden ahora en nuestras aulas,

y tal deficiencia en la enseñanza explica el por qué la generalidad de los naturalistas españoles sólo figuran como meros relatores de lo que capacidades más aptas antes hicieron, reduciéndose, por punto general, sus tareas á reunir en simples catálogos listas de seres indefinidos que carecen de interés científico verdadero, y hasta demuestran la ignorancia de sus autores en los preceptos taxonómicos establecidos por Linneo en su Filosofía Botánica, tan necesarios á los naturalistas descriptores, si han de alcanzar la reputación que tanto enalteció á nuestros zoólogos y á nuestros fitógrafos de fines del siglo pasado y principios del presente. Entonces la Escuela Madrileña del Real Jardín Botánico era muy afamada por la altura á que en ella llegó la verdadera enseñanza teórico-práctica de las plantas, bajo la dirección de los Ortega, Cavanilles y Lagasca, último lucero botánico que ha brillado en la mencionada Escuela, y cuyos distinguidos discípulos, verdaderos apóstoles de la ciencia de las plantas, fueron enviados á predicarla allende los mares en nuestras colonias indianas.

En aquellos remotos países, las exploraciones botánicas de los españoles descubrieron tantas y tan notables especies vegetales, que, descritas y remitidas á nuestros invernáculos y herbarios, de tal modo despertaron la curiosidad de las eminencias botánicas de Europa, que ansiosas solicitaban éstas relacionarse con nuestro entonces célebre Jardín de Plantas. Hoy tan desdichado, que después de haber perdido los atractivos que tuvo aun para las Personas Reales, la Grandeza y los Jefes del Gobierno, que solían asistir á sus cátedras, ha llegado hasta que se desconozca 6 menosprecie la importancia que justamente le atribuyó su fundador Carlos III; pues hechos recientes parecen demostrar que la acción de los hombres trata de sumarse con los efectos destructores de un ciclón ocurrido hace pocos años, que arrancó de cuajo los únicos ejemplares que existían en Europa de varios preciosos árboles, enviados desde el Nuevo Mundo por los Ruiz y Pavón, por Boldó y Née, por Sesé y Mociño, y por otros célebres discípulos de aquella acreditada Escuela.

Los nombres venerandos de tan egregios fitógrafos se leían en la pirámide de la fuente que á la memoria del gran Linneo hice erigir, siendo Director del Museo de Ciencias Naturales: modesto monumento, hoy abandonado, como lo está igualmente aquella preciosa cátedra donde con extraordinario provecho resonó la palabra de tan sabios maestros, ahora

« PreviousContinue »