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guras, y se descubrió de lleno la verdad á los mortales. Entónces á la Ley imperfecta de Moysés sucedió la perfeccion del Evangelio, y reynó la Ley de Gracia, de libertad y de espíritu, baxo de la qual, rasgado el velo de la antigua, se fundó la nueva aliansellada y confirmada con la Sangre de nuestro Mediador JesuChristo Dios y Hombre, y con la promesa de bienes inmortales y verdaderos, la qual ha de durar para siempre hasta la consumacion de los siglos. Habiendo sido llamados y admitidos á esta alianza todos los pueblos, y naciones de la tierra sin distincion ni preferencia, Judíos y Gentiles, Bárbaros y Griegos, esclavos y libres, entrando en ella por la fe en Jesu-Christo, piedra angular del nuevo Testamento, espiritual edificio, en quien unidos en caridad los fieles, se fortifican, y crecen hasta la vida eterna. Tales son las importantes verdades, y soberanos Mysterios, que nos están revelados, y se nos declaran por menor en los Santos Evangelios, Cartas de los Apóstoles, y demas libros del nuevo Testa

mento.

La economía admirable de ambos Testamentos está representada, segun el Apóstol', en aquellos dos hijos de Abraham, Ismaél é Isaac, de los quales el uno nació de la esclava Agár, y el otro de la libre Sara. Aquel, porque nació segun la carne, y era perseguidor, fué arrojado de casa: pero éste, hijo de las promesas, heredó los mayorazgos, y bendiciones del padre, para gozarlos y poseerlos, no tanto en la celebrada tierra de Palestina, quanto en la celestial Jerusalem. Y en esta misma economía se admira mas y mas la sabiduría del Señor en la manifestacion, que nos hizo de sus arcanos, siempre con el designio de ganar al hombre perdido, y de atraherlo á su verdadero amor, comunicándole por grados el conocimiento de sus eminentes perfecciones, en especial de su providencia, de su bondad, y de su mi

sericordia.

En el Testamento antiguo se nos descubre la eficacia, y extension de la providencia del Señor; y en el nuevo la efusion de su inefable misericordia. Allí á cada paso reconocemos en Dios un Amo, que atento al buen órden, y concierto de su familia,

I Ad Galat. IV. 22. 23.

endereza sus caminos, cuida de su mantenimiento, la socorre en sus necesidades, rompe los obstáculos que se oponen á sus intenciones benéficas, aun á costa de prodigios muy ruidosos castiga á los rebeldes, perdona á los arrepentidos, y llena de bienes, y de riquezas á los que le sirven con lealtad, y resolucion. Los libros del Génesis, del Exôdo, de los Jueces, de los Reyes, de Judith, de Esthér, y de los Machabéos, nos refieren una multitud de sucesos, que nos convencen de los paternales cuidados, que tiene el Señor de sus siervos, pues en ellos vemos, que previene sus necesidades, guia sus pasos, gobierna sus acciones, y los asiste hasta en las circunstancias mas pequeñas de su vida.

Esta constante experiencia, con el conocimiento inmediato de nuestra poquedad y miseria, nos hace clamar á Dios nuestro Criador, nos obliga á tenerle propicio, á confesar su poder y nuestra nada, y á recurrir á su bondad y providencia, aun en todo lo temporal. De aquí nos elevamos por grados á conocerle mas, y á confiar en Dios nuestro Salvador. Convencidos del es trago de nuestra naturaleza, y de los efectos espantosos, á que nos reduxo la comun culpa, vemos mas por lo claro la necesi dad de médico y de medicina, y acudimos á la gracia del Salvador para reparo de nuestras dolencias. Vemos asimismo del todo abiertas las fuentes de su misericordia, y nos alentamos a beber de aquella agua, que nos amortigua la concupiscencia, nos repara y fortifica, , y nos da la vida y la salud sobrenatural. Lie nos de gozo y de espíritu con semejante refrigerio, nos arroja mos en los brazos del Salvador, que nos llama, y trata como hermanos y amigos, y suspiramos por aquellos bienes de allá ara riba, que nunca se acaban, y son los únicos y verdaderos bienes; como la justicia, la caridad, y la gloria. Así nos conduce el Se→ ñor como por la mano de un estado á otro mas perfeétory det conocimiento de Dios Criador procedemos al de Dios Salvador por la leyenda, y meditacion de lo que está revelado en ambos Testamentos.

Ademas de estos vínculos de Religion, y obligaciones del hom bre con Dios, que le destina á la feliz posesion de bienes tan soz beranos, nos declaran igualmente los libros sagrados quanto del

Tom. I.

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bemos practicar para conseguirlos, instruyéndonos en una moral perfecta, en toda la conducta interior y exterior de nuestra vida, conforme á las reglas de la verdad, y santidad, que dicta la misma Religion, de que estan llenos los libros de Moysés, y de los Prophetas, los Psalmos, los Proverbios, el Eclesiastes, la Sabiduría, y el Eclesiástico; pero especialmente los Evangelios, y las Cartas de los Apóstoles, que nos conducen con suavidaḍ y eficacia á la práctica de las virtudes christianas, y de la verdadera justicia. En todos ellos se declara la guerra á las pasiones y á la soberbia, al amor propio, á la codicia, á la concupiscencia se condenan los vicios, se muestran los estragos que causan en el hombre, y los castigos espantosos de la Divina Justiçia contra los impíos, contra los ingratos, contra los rebeldes, y contra los pecadores. Se nos proponen grandes modelos de perfeccion y de virtud, que nos excitan y mueven poderosamente á su imitacion. ¿A quien no admiran los rasgos. de fidelidad ટ્ y obediencia, que, caracterizan á los antiguos Patriarcas, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y Moysés? ¿Quién no se alienta en los tra bajos, al considerar la paciencia, con que sufriéron otros mayores Jacob, Job y Tobías? La inocencia y sabiduría de Joseph, de Daniél, de Esthér salvó á muchos pueblos, y es celebrada de todos. Mereció grandes bendiciones para sí y para sus reynos la piedad de Samuel, de David, de Ezechías, y de Josías. Premió el cielo con ilustres y señaladas victorias la fortaleza de Josué, de Judith, y de los Machabéos: y fué honrado con estupendos milagros el zelo de Isaías y de Jeremías, no ménos que el de Elías y de Eliséo. En una palabra, no hay estado ni condicion de personas, por humilde y abatido que sea, que no pueda sacar, copiosas riquezas, y frutos inefables de este inagotable thesoro de las Escrituras divinas.

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El labrador, cultivando la tierra, y el pastor apacentando su ganado, podrá cantar Hymnos y Psalmos, aunque no comprehenda todo el sentido y mysterios, que contienen. Las vírgenes meditando los exemplos de pureza, que leyéron ú oyéron leer, se pondrán en estado de conservar con mayor atencion y vigilancia un thesoro, que guardan en vasos de barro frágiles y que

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bradizos. Los casados, á la vista de los exemplos y lugares, que recomiendan la continencia y fe conyugal, se contendrán en los límites, que prescribe la Ley y la razon, y serán fieles en cumplir las obligaciones de su estado. Los padres aprenderán el modo de educar á sus hijos, y de inspirarles la fe y el santo temor de Dios. Los Príncipes consultarán este sagrado Libro para gobernar sus vasallos. Los vasallos sabrán cómo han de obedecer á sus Príncipes, respetando en ellos la suprema autoridad, que el Señor quiso depositar en sus sagradas personas haciéndolos sus ungidos. Los Prelados verán las obligaciones que deben enseñar, y cuidarán de ir siempre delante con el buen exemplo ; y los pue blos la necesidad en que se hallan de aprender, de consultar, y de preguntar.

Por esta consideracion dixo el Apóstol', que toda Escritura divinamente inspirada es útil para enseñarnos é instruirnos en el camino de la justicia, para amonestarnos y contenernos en nuestras obligaciones, y para exercitarnos y dirigirnos en toda obra buena, y conducente á nuestra salud. Muchas verdades en este punto nos dexáron escritas los Philosophos Paganos; pero para el arreglo de nuestra vida monta mas aquella línea de Moysés*, 'en que Dios pide á los Hebreos la circuncision del corazon, en que manda 3 que le teman, le amen y le sirvan con todo el corazon, y con toda el alma, que quanto dexáron escrito Sócrates y Platón, Plutarco y Epicteto, Ciceron y Séneca, y todos los sabios del mundo en sus grandes volúmenes. Y aun ménos importan las máximas de los antiguos, si se comparan con una sentencia de San Pablo como esta : Todas vuestras cosas se hagan en caridad; ó con una sola palabra de Jesu-Christo en el Evangelio, es á saber 5 : Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazon.

Ya pues que el Padre de las misericordias, y el Dios de toda consolacion se dignó manifestarnos en sus Escrituras tan cumplidamente su voluntad, y nós declaró en ellas el modo de agra

I II. ad Thimoth. III. 15.

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Deuter. x. 16.

3 Ibid.v.12.

4 I. Corinth, xvI. 14.
5 Matth. XL. 29.

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darle y darle gusto, para hacernos participantes de sus riquezas, de sus bienes y de su gloria; ¿cómo es que no manejamos, estudiamos y meditamos noche y dia en este divino Libro, en donde está todo nuestro interés, todo nuestro thesoro? » Oye, Isvraél, dixo Moysés á su pueblo, oye y atiende á mis palabras: Grabarás en tu corazon las Leyes que te he dado: no ceses de enseñarlas y explicarlas á tus hijos, y sean ellas la ocupacion »y norma de toda tu vida: medítalas de espacio en el retiro de »tu casa, llévalas por compañeras de tus viages, sean el último pensamiento, quando estés para tomar reposo, y el primero quando te despiertes ; las llevarás escritas al rededor de tus ma❤nos en señal de tu obediencia, y las pondrás sobre tu cabe»za, y enmedio de tus ojos, como guia de tus resoluciones y consejos: ponlas delante de las puertas de tu casa en señal de tu profesion y rendimiento, y para perpetuo recuerdo de su "observancia." Esta ha de ser la ocupacion continua de todos los fieles, grandes y pequeños, pobres y ricos, ignorantes y letrados. Este sagrado volúmen ha de ser la materia de la conversacion de Jos exércitos y de los Generales, de los pueblos y de los Prín cipes. En su atenta lectura, y seria meditacion hallarán todos el acierto en sus designios, y la felicidad en sus empresas. Así lo mandó y prometió el Señor en la persona de Josué 2 á todos sus adoradores, y todos están obligados á instruirse mas y mas cada dia en esta ciencia de los Santos, y de buscar los medios de conseguirla.. Oigamos pues á Dios, quando nos habla, escuchémos atentamente sus palabras, que son gratas y suaves al paladar, y vivas y eficaces al corazon. Ellas lo traspasan mas agudamente, que una espada de dos filos, lo humillan, lo enternecen, lo inflaman, lo enardecen, lo transforman y lo convierten.

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Se viéron á la letra tan saludables efectos, quando Baruch 3 leyó su prophecía á los Judíos, que habitaban en Babylonia, luego que fuéron llevados cautivos. Donde habiendo congregado á Jeconías, hijo de Joachin, Rey de Judá, á los Grandes, á las Ancianos, y á todo el pueblo, desde el mayor hasta el mas pe

I Deuter. VI. 3. y XI. 18. 2 Cap. 1. 8.

3 Cap. I. 5.

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