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INTRODUCCION.

Recorriendo la historia de los siglos, llegamos á un tiempo de completa oscuridad, cáos de que no pueden sacarnos las mas prolijas investigaciones; á una época en que apénas vejetaba la especie humana i tan solo se ocupaba en su propia conservacion. Si llevamos nuestras investigaciones á tiempos mas remotos, la historia de nuestro planeta nos demuestra que en un tiempo, no mui lejano de la época actual, aun no existia el hombre. La historia, pues, que este nos ha trasmitido al traves de unos pocos miles de años, no es sino una mínima parte de la historia general del globo terráqueo. Conocida la historia civil ó la de la especie humana, desde poco tiempo despues de su creacion, nos falta conocer la historia física del globo que habitamos; su historia ántes de la creacion del hombre, i no teniendo datos algunos conservados por él, nos vemos obligados á buscarlos en ese mismo planeta cuya historia queremos estudiar.

Dos pueden ser las definiciones que demos á la Historia Cartográfica, ya sea que se considere como la continuacion de la historia geológica, ó ya como la historia de los progresos de la geografía. Pero como este es mas bien el estudio del desarrollo intelectual, en uno de los ramos del saber, i por consiguiente está mas relacionado con la historia civil, á que da lugar el hombre, prefiero definir la historia cartográfica, como la historia de la tierra, sacada de los documentos geológicos, antes de la creacion i civilizacion de la especie humana, i de los geográficos que los hombres se han procurado, siendo mi propósito mas bien el estudio de la parte material é inorgánica de nuestro planeta.

En ese libro pétreo en que la tierra tiene escrita su historia, con caracteres imperecederos, en los restos fósiles de los seres vivientes

que antes la habitaban, tenemos los mapas geográficos de las diversas épocas, que los geólogos llaman formaciones, i en que, de una manera clara é indudable, están trazados los continentes, las islas i los mares con las demarcaciones mas patentes. El hombre ha estampado mas tarde, en el papel, las formas de los mares i continentes, como los ha encontrado, desde que, libre de las faenas de su propia conservacion, pudo dedicarse á la observacion i al estudio. Si las cartas geográficas hubieran sido exactas desde su principio, tendríamos, sin duda, en ellas, el mejor documento para la historia de las revoluciones i cambios de la superficie terrestre, desde la creacion del hombre.

La mejor descripcion es sin duda la descripcion gráfica, pero por diferentes causas se han estampado errores en las descripciones gráficas, que nos han legado nuestros antepasados. Los métodos de observacion, i los instrumentos de que se servian, no tenian el grado de exactitud necesario. La astronomía, fundamento indispensable de toda investigacion sobre la posicion relativa de los puntos de la superficie terrestre, ciencia tan antigua como nuestra historia, no poseia aun, en los años del descubrimiento de la América por Colon, una teoría razonada sobre los verdaderos movimientos de los astros. Faltos de telescopios, los observadores no conocian sino los principales astros i care cian de efemérides suficientemente exactas para calcular las observaciones hechas, con el grado de puntualidad que se requiere en tales caSOS. Carecian sobre todo de un método bueno para determinar las longitudes; cuestion que, á pesar de poder observar, hoi dia, las ocultaciones de los satélites de Júpiter con nuestros telescopios, i tener varios métodos por las distancias lunares, i buenos cronómetros, es siempre difícil para un viajero, si no imposible, garantizar sus resultados. Otra causa de error de los antiguos mapas i que motivó la asercion de Humboldt, de que los mapas indican solamente los mayores ó menores conocimientos del que los hizo i de ninguna manera la historia de los descubrimientos, es que no todos los cosmógrafos han sido viajeros, ó mas bien, que casi ninguno lo ha sido i que no habiendo hecho observaciones sobre el terreno, han contribuido á perpetuar errores i preocupaciones al traves de los años, sin conciencia del error, i otras veces han dado por hechos observados meras conjeturas.

Los documentos geográficos antiguos no dan, pues, en realidad, una idea cabal de los conocimientos geográficos en la época de su publicacion, siendo así que los viajeros i algunos eruditos po

seian mejores conocimientos que los autores de mapas. Así tenemos establecida hasta 1540, segun el vizconde de Santarem, la creencia de que existia un canal interoceánico al traves del istmo de Panamá, creencia que hasta 1820 se conservaba en la China, desfigurando el Continente de América con tres canales interoceánicos, como lo vemos en el mapamundi Chino que se conserva en la biblioteca de Paris.

Casi siempre, por necesitar un maduro exámen, la historia gráfica viene despues de la descripcion histórica de un país; consecuencia natural de la exactitud que exije es que sea mas tardía en su aparicion, i que los conocimientos que propaga, no vengan á ser documentos históricos sino despues de un detenido exámen. Hace cerca de cuatrocientos años que Colon vió por primera vez el continente americano (1o de agosto de 1498); este continente ha sido mui explorado i conocido, i sinembargo, aun no existe un buen mapa de sus partes centrales. Los diferentes mapas que conocemos no están conformes, en órden á la figura de las costas, ni al curso de los rios, ni á la direccion de las montañas, ni á las hoyas hidrográficas, á pesar de que muchos de ellos han sido copia de los anteriores. Un exámen atento de estos materiales no nos da idea alguna de los cambios que ha experimentado nuestro continente desde su descubrimiento por los europeos, hasta nuestros dias, sino una idea desconsoladora del atraso en que estaban en aquellos tiempos la astronomía i la geografía.

Creo, pues, que no son estos documentos gráficos antiguos suficiente prueba de la forma de los continentes. Ni es tampoco la parte que mas me interesa en mi estudio, demostrar lo escaso de los conocimientos que antes se tenian, ni seguir el desarrollo de los estudios geográficos. Para llegar á conocer el grado de fe que merecen los documentos existentes, no me he dejado guiar por simples conjeturas; he hecho de ellos un estudio prolijo, el cual me ha dado á conocer sus inexactitudes, i cuyo resultado son los apuntes que escribo.

Si bien es cierto que, considerando la historia cartográfica como la continuacion de la historia geológica del globo que habitamos, los materiales que he reunido, con un trabajo ímprobo i de ningun lucimiento, son insignificantes, no sucederá así, para las épocas venideras, con los trabajos actuales relativos á la geografía, los cuales sí darán á conocer los cambios que haya sufrido i vaya sufriendo la costra pétrea de nuestro planeta, i como consecuencia los de la superficie total de él.

Ya que los materiales existentes no me satisfacen para formar la historia cartográfica, segun la entiendo, querria, al menos, presentar un boceto de la historia bibliográfica de los mapas i de la de las ideas dominantes en la época de su aparicion. No poseo las numerosísimas colecciones que se necesitan, i sepultado en el centro de los Andes, no tengo facilidad de consultar las ricas bibliotecas de Europa, para poder llenar mi objeto debidamente, siendo este un estudio que requiere además de la comparacion, la reproduccion, para la inteligencia del lector, de los mapas que han servido de tipos en varias de las épocas que han precedido á la

nuestra.

Desde Juan de la Cosa hasta el ilustre Humboldt, las dos columnas hercúleas de la cartografía americana, se han levantado muchos ingenios cuyas obras examinaré bajo otro plan, en una obra que preparo. Mi posicion actual i lo limitado del tiempo de que puedo disponer, me impiden ensanchar esta introduccion como deseara.

Si hubiésemos de dar crédito á los géografos, los grandes rios de la América meridional habrian variado de cauce de la manera mas asombrosa, i aun sufrido variaciones tan repentinas, que son imposibles con los ajentes de perturbacion que sabemos han estado en accion durante la época histórica. Pero el continente Americano sí ha sufrido inmensos cambios desde que se conoce, tanto en su parte litoral como en el centro de sus elevadas cordilleras. Seguir estos cambios, representándolos gráficamente, traer á la vista el aspecto de esta vasta region en diversas épocas, es la verdadera mision de la historia cartográfica de América. Puede que haya quien, dotado de una habilidad de que yo carezco, perfeccione mis observaciones, ó que mas tarde tenga yo el gusto de presentar á mis lectores el fruto de mis investigaciones sobre esta materia.

A Cristóbal Colon no solo se le debe el descubrimiento de la América, sino tambien el primer mapa de las islas descubiertas, pues él remitió á la reina Isabel, una <«<Carta de navegar» de aquellas tierras nuevamente descubiertas, i ella se la devolvió pidiéndole una copia i consultando su voluntad sobre si debia ó nó mostrarla. Así, este primer ensayo fué hecho despues del 12 de Octubre de 1492, dia en que Colon divisó, por primera vez, las costas de San Salvador, pequeña isla que pertenece al grupo de las Lucayas. Todos los navegantes que lo siguieron en la carrera de descubrimientos que habia comenzado, hacian sus << Cartas de

navegar», pero solo ha llegado á nosotros la que hizo su piloto i compañero Juan de la Cosa, muerto algunos años despues en Turbaco, poblacion de la Nueva Granada, á manos de los indios, en una terrible batalla. Este mapa tiene la fecha de 1500, i es el monumento geográfico mas antiguo que conocemos, relativo á la América (Véase el §. 1. No. 130).

No sabemos á punto fijo qué conocimientos geográficos tuviesen los Indios, aunque sí debemos presumir que eran mui pocos por el atraso en que estaban generalmente. Sin embargo, sí sabemos que hacian largos viajes, que conocian territorios extranjeros á sus respectivas naciones, i que el cacique de Tumaco, segun Herrera, le delineó á Balboa la carta de Quito, como tambien que los indios habian delineado parte de la bahía de Hudson. No se ha conservado ninguno de estos bocetos. En la América aparecen estos hombres, sin que antes, ni la historia ni la revelacion, hubieran dado noticia alguna, ni aun hecho sospechar su existencia. En vano han querido diversos autores explicar su descendencia de los pueblos, asiáticos que poblaron la Europa i su traslaIcion á América. O debemos considerar que existió en otro tiempo un órden de cosas mui diferente del que hoi existe, admitiendo en primer lugar la diferencia de configuracion de los continentes actuales, para hacer posible la emigracion en tiempos en que estaban tan atrasados los hombres en el arte de navegar, ó suponer, lo que tal vez es mas hacedero, una creacion especial en la América; teoría que en nada se opone á la general establecida por los geólogos, respecto á las creaciones repetidas i simultáneas de varias especies de otros seres organizados; pero la cual, hallándose en oposicion con las creencias mitológicas i religiosas, no ha tenido aceptacion alguna cuando se trata del hombre. Punto es este que tal vez nunca tendrá solucion satisfactoria, á pesar de las mas prolijas investigaciones, i en el que cada cual teme desbarrar al aceptar cualquiera de las opiniones de los escritores.

Lanzados por Cristóbal Colon los navegantes del siglo quince en los nuevos descubrimientos, se apresuraron á completar la obra magna que él habia principiado, i en ménos de cincuenta años concluyeron el boceto de la costa oriental de la América desde el Labrador hasta la Tierra del Fuego.

Sebastian Cabot descubrió en 1497, la costa setentrional i oriental del continente Americano, desde la bahía de Hudson hasta el sur de Virginia; i en su segundo viaje, desde el Mar de hielo, segun Biddle, hasta la extremidad de la Florida, en el paralelo de

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