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Argaez dice que vió en documentos antiguos (1) que ha bia en Tarazona al tiempo de la reconquista las iglesias de San Salvador y Santa Cruz, que eran del tiempo de Constantino, y la de la Magdalena y San Miguel. Como no cita las escrituras que dice haber visto, y su palabra es poco de fiar en esto, no puede dársele asentimiento. Aun se le puede creer mucho menos en lo que dice de que la mezquita era la iglesia de Nuestra Señora, que habia sido catedral en tiempo de los Romanos y de los Godos.

po de los Arabes repito que no parece probable dejasen estos á los mozárabes un punto tan fuerte y principal, y precisamente junto à la Zuda, castillo y palacio à la vez de sus régu los ó gobernadores.

Ni hay fundamento, ni tradicion, ni conjetura para probar que la catedral estuvo en tiempo de los Romanos y Godos donde ahora está, ni las presenta Argaez. La tradicion supone la catedral antigua en la Magdalena (2), y no habiendo sido esto despues de la reconquista, debió ser antes de la invasion sarracena, pues en tiem

(1) Pág. 210, col. 2. Las mismas iglesias citaba, pág. 155, col. 1.a

(1) El mismo Argaez, al hablar de esta parroquia, dice que era del tiempo de los Godos, pág. 500, col. 1.

Y ¿quién creerá que los Arabes construyesen su mezquita fuera de Tarazona, en un sitio distante de la poblacion, incómodo en invierno y en verano, y expuesto á las asechanzas enemigas en tiempo de guerra, dejando á los Cristianos tener tantas iglesias dentro del Cinto, y en los parajes principales de la ciudad? Esto no parece ni aun verosimil. Por otra parte, el querer calificar la antigüedad de las iglesias por sus advocaciones, es muy absurdo; y aun dado caso de que fueran iglesias góticas las que cita, lo cual de su arquitectura no aparece, nunca se probará que los Arabes las dejaran todas á los Cristianos vencidos, pues ni lo hicie ron en ninguna otra parte, ni es lo ordinario que el vencedor tome para si lo incómodo, y deje las comodidades al vencido.

CAPITULO OCTAVO.

Continúa la série de los Obispos de Tarazona despues de la restauracion de su silla por Don Alfonso el Batallador.

DON MIGUEL,

I DE ESTE NOMBRE.

1118.

Libertada por fin la ciudad de Zaragoza del yugo sarraceno por Don Alfonso el Batallador, á fines del año 1118, segun la opinion mas probable y seguida, subió aquel valeroso Monarca por las márgenes del Ebro, y á principios del siguiente se apoderó de Tarazona y otros pueblos inmediatos, dándose de este modo las manos por aque. lla parte las coronas de Aragon y de Castilla. La rapidez con que se hizo esta conquista, y la poca resistencia que opusieron los musulmanes del pais, hicieron que muchos de los pueblos de aquel territorio queda sen poblados casi exclusivamente de moros tributarios, ó exaricos, nombre que se daba en Aragon y Navarra á los moros vasallos de algun señor ó corporacion. Teníalos en gran número la misma catedral de

pue

Tarazona en los pueblos de su señorio, y por ese motivo quedaron no poco reducidas sus prebendas en la época de la expulsion de los moriscos, segun veremos mas adelante.

Para primer Obispo de la iglesia, libertada ya del yugo musulman, fué nombrado Don Miguel, monje de San Juan de la Peña, segun conjeturas que alegan Briz y Argaez, y que no creo bastante fundadas.

El que firmase con él algun monje de San Juan de la Peña, ó fuera en su compañia, no es bastante testimonio para probar que tambien lo fuera el Obispo, pues no teniendo aun los monjes muy afianzadas las exenciones que principiaron á gozar por aquel por aquel tiempo, dependian mas de los Obispos, y en el atraso y escasez del clero secular por entonces, tenian no pocas veces que echar mano de los cenobitas, y mucho mas en una iglesia que se acababa de reconquistar, y en que habia que crearlo casi todo.

El primer cuidado del Obispo fué deslindar los límites de su diócesis. Ya se dijo al hablar de esta materia en el capítulo segunde, los agravios que entonces se le hicieron, y la transaccion que se vió precisado á estipular con el Obispo de Zara goza, Don Pedro Librana, en que salió perjudicado (1). Por la otra parte los límites alcanzaban desde el Ebro al Duero, ó desde Alfaro á Garray. La ciudad de Tudela, conquistada por el Conde de Alperche (Comes de Pertica), durante el sitio de Zaragoza, dependia de Tarazona, pero principiaba ya á tener ciertos visos de independencia. En la donacion que le hizo Don Alfonso el Batallador á Santa Maria de Tudela, no solamente no habla de sumision á Tarazona (quizá la daria por supuesta), sino que cita los pueblos inmediatos como sometidos á aquella directamente (2). Por otra parte, en la concesion de diezmos del obispado que hizo Don Alfonso el Batallador al Obispo Don Miguel (5), no designó las iglesias que debian

(1) Véase el apénd. n. 9. (2) Apénd. n. 10.

(3) Argaez, fól. 216, copiándolo del libro Chantre. Véase en el apénd. n. 12.

contribuirle con él, pues solamente habló de aquellos pueblos como dependientes de Santa Maria de Tudela. Por ese motivo el Obispo Don Miguel no consiguió hasta el año 1155 ver alianzados sus derechos en aquella parte de la diócesis, en virtud de la concordia que entonces hizo con el Prior y canónigos de Tudela, de que se hablará mas adelante.

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La conquista de Calatayud y su territorio se hizo mas tarde, no habiendo logrado apoderarse de ella Don Alfonso el Batallador hasta el dia 24 de Junio de 1120, y despues de una tenaz y obstinada resistencia, llegando hasta el punto de atribuirse la conquista á la intervencion milagrosa de San Jorge. Don Alfonso dió á los pobladores de Calatayud todo el territorio conquistado, que despues demarcó en su fuero, lo mismo que hizo con Daroca, que conquistó en aquel mismo año. Cada una de estas poblaciones constituyó entonces una Comunidad, segun la política de aquel Monarca, tan sagaz como valeroso. Estas comunidades formaban una línea de batalla desde las inmediaciones de Teruel hasta mas allá de Salaman

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ca, y debian su existencia á este Rey. La línea de batalla pasaba de Monreal y Daroca á Calatayud, de aquí á Soria, Segovia, Avila y Salamanca, que tenian guarniciones de Aragoneses y Navarros. ¿No es chocante ver el elemento celtibérico organizado de este modo en la edad media? Mas adelante, conquistada Teruel, se organizó en Comunidad para hacer frente á los Moros de Valencia y Cuenca, y entonces completose la línea celtibérica, comprendiendo el territorio de estas Comunidades Alfonsinas los Lusones, Celtiberos principales (præstantiores), Pelendones y Arevacos.

Por otra rara coincidencia surgieron dos órdenes militares en los dos opuestos extremos de esta línea de las Comunidades, pues á las inmediaciones de Salamanca nacia la de San Julian del Pereiro, ascendiente de la de Alcántara, y en tre Daroca y Teruel la de San Jorge de Alfambra, ascendiente de la de Montesa.

El territorio de la Comunidad de Calatayud no se agregó á Tarazona por entonces. Es muy dudoso que Don Alfonso Don Alfonso quisiera erigir alli obispado, como se quiso suponer por los es

critores de aquel pais: parece mas probable que dicho territorio dependió por entonces de Zaragoza, como gran parte de él habia dependido en tiempo de los Godos. Cuando el Obispo Don Miguel no lograba apenas hacerse reconocer por Obispo en Tudela, y veia que Don Pedro Librana le arrebataba los pueblos contiguos á Borja, consiguiendo á duras penas el que esta ciudad quedase dentro de su diócesis, ¿cómo lograria extender su territorio por todo el arcedianado y Comunidad de Calatayud, mucho mas distante? Quedará esto aun mas probado hasta la evidencia cuando se hable de la reparticion hecha en el Concilio de Leon.

El fuero de poblacion dado por el Rey, en aquel mismo año 1120, ó por mejor decir, aceptando el que redactaron y presentaron los vecinos de Calatayud, tiene solamente una cláusula relativa á la parte eclesiástica, y dice asi: «Et Clericos qui fue»rint in Calatayub, sedeant unus»quisque in suas Ecclesias et do»nent cuarto ad Episcopo et » cuarto ad Ecclesia de pane el »vino et corderos, et de nulla »>alia causa non donent cuarto, »et serviant suas Ecclesias, et

»habeant foros et judices sicut »suos vicinos.» (1)

Aqui se ve que los de Calatayud debian pagar el cuarto á un Obispo, pero no se dice cuál, y se establece la patrimonialidad de aquellas iglesias, cosas ambas que han durado hasta nuestros dias, pues ni se pagaba al Obispo mas que el cuarto de las tres cosas indicadas, y no del cáñamo ni de ninguna otra cosecha, ni obtenian beneficios en aquellas iglesias sino los hijos de los parroquianos de ellas. Una y otra costumbre eran inmemoriales y basadas en este fuero, y han durado hasta nuestros dias.

Estas son las noticias mas antiguas y fidedignas que se encuentran acerca de la restauracion de la Iglesia de Tarazona Y de las de Tudela y Calatayud, que son las mas principales despues de aquella. Con respecto al Obispo Don Miguel, se halla

(1) La autenticidad de este documento, combatido como dudoso en el siglo anterior, por los errores del P. Argaez, es hoy indudable: calumnió Argaez á Villar (fól. 234, col. 1. y en otros pasajes) suponiéndole su autor. Villar vivió á fines del siglo XVI: en el archivo de la Corona de Aragon hay un trasumpto del año 1386: véase en el tomo VIII, pág. 9 de la Coleccion de documentos de la Corona de Aragon, por Bofarull. ¿Cómo pues lo falsificó Villar?

son

noticia de su eleccion hacia la época misma de la conquista de Tarazona. En el fuero de Belchite, documento raro y sumamente notable, se cita á Don Miguel como electo de Tarazona (1): está dado en Pedraza (Petruça) en el mes de Diciembre, dia de Santa Lucia, Era 1157, que es el dia 13 de Diciembre de 1119. Las firmas con que suscribe el Rey muy curiosas, y la del Obispo dice: Michael electus in Episcopatu de Tarassona. Esta firma indica que la restauracion de la sede no se hizo con gran rapidez, pues á fines de año aun no era el Obispo mas que electo. No se crea, como se figuraban algunos, que el Prelado fuera con la córte, porque aparezca su nombre en las suscriciones: lo mismo en la Cancilleria aragonesa de aquella época que en las de otros paises, era costumbre citar los nombres de todos

(1) Publicóse este documento en el tomo 8.o de la Coleccion de documentos relativos á la Corona de Aragon, n. 1 de dicho tomo. Véase en el apénd. n. 8, donde se ha colocado, tanto por lo que contribuye á corroborar lo que se ha dicho en este capítulo acerca de la reconquista, como en prueba de la gran tolerancia con que eran tratados por Don Alfonso los moros que quedaban en los territorios de sus conquistas.

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